lunes, 12 de diciembre de 2011

Computadoras en un mundo improbable

Uno llama a un fontanero; es posible, incluso habitual, que no disponga de servicio técnico (un seguro, por ejemplo) o que de todas formas conozca uno de confianza, competente y no muy caro, y sobre todo, a diferencia del fontanero del seguro, vive en el mismo bloque y puede solucionar tu problema en ese mismo día. Sin embargo, es poco probable que tenga todos los repuestos del mundo disponibles, así que tal vez necesite acercarse una ferretería a comprar aquellos que precises tú. Por otra parte, nuestro amable fontanero dispone de un juego de herramientas con el que está muy familiarizado; incluso puede que tenga alguna herramienta adaptada para su trabajo diario, y es que los años no pasan en balde: algo se aprende ¿no? Cuando nuestro fontanero compró sus herramientas o los repuestos que necesita para nosotros, no ha tenido problemas burocráticos de ninguna clase: ha comprado una llave para tuercas de tamaño 16 y un nuevo grifo, que será el que nos instale para sustituir el que tenemos ya estropeado. Todo es muy sencillo: para prácticamente cualquier cosa que pueda necesitar un fontanero hay unos estándares que cualquier fabricante puede cumplir. Cuando nos cobre, nos facturará el tiempo que nos ha dedicado y el coste de obtener los repuestos. La ley lo obliga a proporcionar una garantía anexa a la reparación y que va incluida en el simple hecho de facturar: así que el tiempo que nos factura posiblemente incluya la eventualidad de que en un porcentaje de casos tenga que acudir sin cobrar. Pasado el tiempo de garantía, podemos quitar el grifo con el juego de bricolage nuevo y reemplazarlo por uno más cómodo. El grifo deshauciado podemos llevarlo al pueblo y reparar por fin el lavabo del piso de arriba. Ni la ferretería reclamará daños ni el fontanero clamará por el agravio que supone esto. Al fin y al cabo, el grifo es nuestro, ya que lo hemos pagado. Ni siquiera es necesario concluir el plazo de garantía: por supuesto, si hacemos tal cosa ni el fontanero ni la ferretería aceptarán reclamaciones, pero tampoco pondrán pegas de ninguna clase. Aunque lo cierto es que hay límites legales (por ejemplo, en teoría las modificaciones en la red eléctrica debería realizarlas un electricista, y una reforma que mueva tabiques probablemente exigirá, para su aprobación por el ayuntamiento de turno, de un proyecto avalado por un arquitecto), en general nadie se entromete en cómo haces qué cosas y qué uso les das: puedes prestarlas, venderlas... De lo que hablamos realmente al referirnos a la programación "tradicional" es que si en lugar de un fontanero lo que llamas es a un informático, éste hará la aplicación que tu quieras... y te cobrará por usarla. Una licencia de software es algo así como si la ferretería licenciase llaves del 16; "la puedes usar tú pero no tu mujer, y ¡hay de ti como pille a tu cliente con ella!" Es más, la llave puedes usarla para fines comerciales -no en casa- desde hoy hasta dentro de un año exacto, cuando si quieres podrás volver a renovar la licencia y seguir usando la llave. En cuanto a ti, el fontanero obviamente te factura la parte correspondiente a los costes de las licencias que pague; probablemente, el grifo tenga una licencia similar, así que si la reemplazas y te la llevas a tu casa de campo, estarás infringiendo los términos de dicha licencia. Es fácil pensar que usar software libre es más ético que el sistema de software privativo. Pero es más relevante, a mi juicio, pensar que usar software libre es una cuestión de sentido común: al fin y al cabo, es lo que se hace en casi cualquier otro ámbito de la vida. Cuando compras software, compras su propiedad: el programador sigue siendo propietario de su código, pero tú también lo eres del adquirido. Así, puedes modificarlo tú o pagarle a otro para que lo haga; puedes prestarlo o regalarlo, incluso venderlo, si encuentras a quien. No hay razón para que no compres un software entre varias personas: lo instala una y luego lo comparte con las demás. Es tan sencillo, que es inevitable pensar en el motivo de que no sea lo que suela hacerse... En la práctica, esto último no es del todo cierto: los sistemas abiertos están en todos lados, y donde más presencia están adquiriendo es precisamente en el ámbito empresarial: software corporativo de todo tipo, sistemas desde microprogramados hasta grandes supercomputadores, lo cierto es que el Software Libre domina el mundo. Es en el usuario doméstico la asignatura pendiente, aun cuando una fracción nada desdeñable de éstos empleen algunas aplicaciones libres. Hace muchos años, se apostó por conseguir que GNU/Linux proporcionara los mismos servicios al usuario que la entonces única plataforma para computadores personales: Windows. Se supuso, erróneamente en mi opinión, que si los usuarios no instalaban GNU/Linux era simplemente porque había ciertas tareas que no podían ejecutar en GNU/Linux de forma sencilla. Nadie, o pocos en todo caso, se paro a comprobar la verdad de tal asertación: quizás el hecho de que muchos de los usuarios de GNU/Linux no usasen Windows de forma habitual facilitó que muchos de prejuicios se elevasen a rango de ley. Por ejemplo, durante años se criticó a GNU/Linux por no tener un instalador completamente gráfico decente, obviando que Windows XP tampoco lo tenía. Era preocupante la carencia de tal o cuales códecs y drivers propietarios, pero de nuevo Windows XP tampoco los proveía. Se destinaron ingentes esfuerzos a seguir una huella que en realidad nunca fue más que un espejismo. A medida que la versatilidad del sistema de distribución de GNU/Linux fue facilitando la aparición de versiones cada vez más especializadas, la confusión hizo que el espejismo tomase aun más visos de realidad. Recientemente le comentaba a alguien en un foro de software libre, ante la pregunta de "por qué Linux va siempre detrás en todo lo referente a Windows", que no hay como ir detrás si lo que se trata es de seguir la huella de otro. Muchas de las tareas habituales con computadores cuentan con soporte en GNU/Linux desde incluso mucho antes que otros sistemas operativos, pero la necesidad de hacer las cosas igual que esos otros sistemas operativos, hace que la impresión general sea muy distinta. Otras circunstancias son más curiosas, como por ejemplo el software para controlar tarjetas de red inalámbricas: surgido el protocolo Wifi para liberar a los usuarios de la dependencia de los operadores de red o telefonía y de los fabricantes tradicionales, ahora un buen porcentaje de dispositivos usan software privativo para manejarlos. Por qué la ley permite que alguien licencie software de esa forma, o incluso que los patente, para manejar protocolos abiertos y estándares, es uno de los muchos misterios del mundo moderno. Es tentador sugerir que a la mayor parte de la gente no le gusta producir nada útil; el sistema socioeconómico donde vive instalado el mundo que se llama a sí mismo desarrollado crea esa apariencia, para consolidar un modelo social donde la riqueza depende de la clase social y se acumula en cada vez menos manos. Son los países que llamamos "emergentes" los que, sin tiempo para competir con los países ricos en sus puntos fuertes, pueden colocar al software abierto y libre en el lugar de la sociedad que merece. Prepárate: llegan hordas de desheredados armados con computadores en cuyo interior late el corazón de una bestia libre. Puede que esto no cambie el mundo sustancialmente para algunos; en cuanto al resto, puede que simplemente se enteren de que, por fin, el momento tantas veces postergado ha llegado. Libera tu software, libera tu mente. Se Linux.

2 comentarios:

  1. Vale, vale, ya me instalo un sistema linux.... qué persuasivo!!! jijiji

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  2. Vaya "speech" que te has marcado!
    Muy buen artículo. Una frase de Stallman, personale controvertido:
    “Beethoven era un buen compositor porque utilizaba ideas nuevas en combinación con ideas antiguas. Nadie, ni siquiera Beethoven podría inventar la música desde cero. Es igual con la informática“
    Salud y república

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